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11 oct 2024
Rascacielos sostenible y sustentable.
Sustentables.
Sus fachadas vidriadas interiores y exteriores admiten el máximo de la luz natural posible, lo que reduce la necesidad de luz eléctrica.
La piel exterior de la torre también aísla el edificio, reduciendo el consumo de energía para calefacción y refrigeración. Incorpora una serie de tecnologías que le permiten conseguir importantes ahorros energéticos. Su diseño en espiral también es altamente resistente al viento, a pesar de su altura, y a los terremotos. Una cimentación especial dadas las condiciones blandas del terreno.
El diseño del rascacielos es responsabilidad de la oficina de Shanghái de Gensler, firma de arquitectura norteamericana fundada en San Francisco, en 1965. Entre otros proyectos, el despacho es responsable de las sedes de Facebook, Microsoft y varios aeropuertos de Estados Unidos.
El edificio de 128 plantas es cilíndrico, mientras el muro cortina exterior es un triángulo redondeado que traza una espiral. Su perfil cónico se inspira en la torre John Hancock, de SOM, en Chicago, concluida en 1969. También hace referencia a la arquitectura tradicional china que combina patios y jardines entre sus edificaciones.
Sostenible, verde y eficiente.
Hasta 47 tecnologías se encargan de convertir a la Torre Shanghái en un referente de la sostenibilidad en el mundo, medidas que incrementaron el coste del proyecto en un 5% pero que, por otro lado, es capaz de ahorrar hasta 54% de energía.
Cuenta con un certificado con LEED Platino y con tres estrellas del China Green Building, la máxima calificación. Parte de este ahorro se consigue gracias a la segunda piel que envuelve el rascacielos, ya que actúa como aislante y reduce el uso de energía que se emplea para calentar y enfriar el rascacielos.
Los más de 25.000 paneles de 2,14 metros de largo que forman el muro cortina cuentan con un doble vidrio que reduce la huella de carbono en 34.000 toneladas anuales. La Torre de Shanghái incorpora, además, sistemas de control inteligentes que monitorean el consumo eléctrico y que generan un ahorro de 556.000 dólares al año en costos energéticos.
En la corona del edificio se han colocado 270 turbinas de viento que proveen la energía necesaria para iluminar el exterior del edificio. Un sistema de gas natural cogenerativo de 2.130 kW genera electricidad y calefacción en las zonas inferiores.
Además, el rascacielos cuenta con 21 jardines distribuidos en cada una de las nueve zonas que ayudan a regenerar el aire gracias a sus plantas y árboles. El agua que se emplea para irrigar estas zonas verdes proviene de un sistema de recolección pluvial también en la punta de la torre.
Su diseño también se justifica por otro motivo. Shanghái se encuentra en un cinturón sísmico y con un nivel freático del suelo poco profundo, dada su proximidad al río Huangpu. Apuntalar la base de este rascacielos era crítico. Para reforzar el suelo, se colocaron 980 pilotes de cimentación subterránea a una profundidad de más 85 metros, y luego vertió hormigón para anclar el edificio principal, que pesa 850.000 toneladas.
Gracias a estas soluciones, la Torre Shanghái es capaz de resistir terremotos de 9 grados según la escala Ritcher, catalogado como "devastador en zonas de varios miles de kilómetros".
En 2017 la torre más alta de China abrió al público, permitiendo visitas a las plantas 118 y 119, donde se encuentra la plataforma de observación. Los visitantes pueden disfrutar de panorámicas increíbles de la ciudad de Shanghái.